Tras el salto del dólar, el Gobierno debió salir a contener las presiones inflacionarias. Intenta "freezar" el valor de insumos y bienes de consumo, como electrónica y línea blanca.
Sin embargo, la alta incidencia de lo importado está complicando el plan kirchnerista. Rubros más complicados.Durante la última década, el Gobierno apeló a una frase para resumir parte de la "esencia" del modelo K: el "proceso de sustitución de importaciones".
Este concepto, en boca de los funcionarios, fue sinónimo de "beneficios" para el país: se utilizó para estigmatizar a los productos que llegaban del exterior y para celebrar el crecimiento de la industria nacional y la creación de puestos de trabajo.
Bajo dicho concepto fue incluido el polo tecnológico de Tierra del Fuego que, según el Gobierno, permitió "sustituir" importaciones por millones de dólares en artículos electrónicos. También se sumó al rubro automotor, considerado como un actor fundamental en el proceso de industrialización del país.
Las importaciones, en tanto, fueron señaladas como las "malas de la película". Y controlarlas y limitarlas, bajo el argumento oficial, siempre fue en defensa de las reservas y para cuidar los dólares necesarios para financiar la compra de energía.
Pero el discurso oficial chocó contra la realidad: tras la fuerte devaluación y la disparada de los precios de electrodomésticos, autos y hasta de insumos para la construcción, el ministro de Economía, Axel Kicillof, debió enfrentar los micrófonos y hablar de lo que ningún funcionario se había atrevido en los últimos años: reconocer que casi toda la industria argentina tenía "bastante" contenido importado.
Así, por primera vez un funcionario de alto rango hizo
referencia al enorme déficit industrial, asumiendo las claras limitaciones del país para avanzar en un proceso de sustitución de importaciones genuino.
"Los celulares tienen un alto componente importado. Hay un montón de insumos que no se producen en el país", detalló el funcionario en un acto de "sincericidio" impensado meses atrás, en momentos en que sólo se hablaba del éxito de la industria nacional a la hora de sustituir importaciones, cuando en realidad muchos de los productos que se ensamblan localmente tienen un contenido nacional menor al 10%, como sucede con Tierra del Fuego.
En definitiva, se rompió -tanto a nivel discursivo como en la práctica-, la "luna de miel" con algunos sectores de actividad.
De hecho, el Gobierno ya exigió a tecnológicas y automotrices a importar entre un 20% y 27% menos durante este primer trimestre. Al tiempo que está obligando a empresas de un amplio espectro de sectores a buscar apalancamiento externo para financiar compras al exterior.
Este plan de "tolerancia cero" provocó un faltante de insumos que derivó en 3.000 suspensiones en Tierra del Fuego, lo que desató una fuerte pelea gremial.
El deseo oficial choca contra la realidad
La disparada de precios en todas las cadenas de retail de la Argentina -con productos que se llegaron a encarecer un 40% en cuestión de horas-, obligó al Gobierno a "blanquear" el déficit estructural y crónico de la industria nacional y a retractarse, tras haber asegurado -en un primer momento- que el salto del dólar no debía traducirse en más inflación.
Info.IProfesional
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